-Enero, 2019
Hoy en la madrugada veía a mis tíos, papás, primas y amig@s dormir y pensaba en que en algún momento iban a despertar. Sin embargo, también observaba la caja en donde estás, rodeada de un jardín de rosas.
Cuán valiosa es la vida que la vivimos cada día de una manera tan “cotidiana”, que olvidamos el verdadero valor: vivirla.
Titi, tu partida duele.
Duele saber que no regresarás y que al llegar de vuelta a casa solo veremos tu camita y tu silueta que quedó marcada.
Marcada queda en nuestra memoria y nuestros corazones tanto amor, aprendizaje, risas, juegos, bromas y demás…
Recuerdo que siempre para cada cumpleaños eras de las primeras en llamar y darle “play” a tu equipo de sonido para que sonarán las mañanitas. Si no era eso, era tu talento con la armónica para tocar las mañanitas.
Mañanitas que serán distintas, pero también llenas de esperanza.
Esperanza que nos queda de seguir juntos, unidos como familia, manteniendo vivo tu recuerdo.
Recuerdo cuando sacabas de tu ropero todos tus tesoros y como diría mi prima Gaby, no podíamos tocar, pero si ver.
¿Cómo olvidar tus mejillas bien maquilladitas y tus labios rojos? Tu siempre tan elegante y diplomática. Cuando no te recordabas del nombre de alguien o te saludaban y tu no conocías a esa persona, tú siempre tan linda tratándolos con tanto amor.
Gabrielita, Gaby, Ale o mi niña linda era como me decías de una manera tan dulce y no solo a mí, sino a todas tus nietas que al final, todas éramos tus favoritas y no querías que lo supiéramos.
Hoy, tu cuerpo se desprende de nosotros, pero en nuestro corazón siempre vivirás.
Nos toca comenzar este nuevo año con un reto grande en donde aprenderemos en el caminar a desprendernos físicamente pero jamás sentimentalmente.
Te amamos mucho y le damos gracias a Dios por la dicha y bendición de haberte amado y haber aprendido mucho de ti.
Gracias familia y amigos por su amor y respeto pero sobre todo, por sus oraciones para mi abuelita y mi familia.
Hoy, estamos despidiendo a mi abuelita, pero tenemos la esperanza de juntarnos nuevamente. Ahora nos toca vivir y disfrutar de esta vida que continúa y aunque vendrán momentos de tristeza, Dios, nuestra unidad en familia y sus oraciones serán nuestra fortaleza.
Termino esto bendiciendo a cada uno de ustedes como lo hacía y como lo hubiera hecho mi abuelita antes de despedirse de cada uno: la bendición de Dios Padre, Dios Hijo y Dios espíritu santo, amén.
Muchas gracias a todos.
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