Pensando…

-2018

En momentos como ahorita es cuando aprovecho a escribir. No tiene que suceder algo para que lo haga, basta con sentirlo, quererlo expresar y dejarlo plasmado por aquí…

Desprenderte de alguien a quien amas es difícil y aplica para cualquiera que sea la situación. Estoy en un proceso en el que quisiera ser tan indiferente, tan dura conmigo misma y tan fría pero no puedo. Solo pensarlo me da miedo porque eso no se acerca ni un poco a lo que soy y menos a lo que quisiera ser.

He pensado en mi futuro que olvido vivir mi presente.

Pienso y creo firmemente que las malas experiencias que uno pasa, sirven para aprender y para creer con más fuerza en eso que tanto dañó tu corazón. Tal vez puede sonar un poco ilógico o fuerte, pero en mi caso, así lo veo y trato de aplicar.

Se han preguntado ¿por qué nos da miedo publicar o que se enteren de algo “malo” que nos está pasando?… Puede que sí y puede que no.

He estado en este proceso últimamente y he tratado de que no me afecte pero por otro lado, me he examinado y he llegado a la pequeña conclusión que está bien llorar en el momento que sea porque como escuché una vez “si duele es porque importa” y si esa es mi manera de expresarlo (incluso estando sola), debo prestarle atención.

Claro, también debo hacer la aclaración que el desprenderse de alguien también es un proceso que lleva tiempo, lágrimas, risas, recuerdos y mucha oración.

¿Risas?, sí, y tan sencillo recordar lo agradable que viviste con alguien que también te ha hecho llorar mucho. ¿Irónico verdad?, pero he aprendido que hay que recordar también lo bueno y eso también es parte de desprenderte. Recordar lo bueno sin resentimiento solo porque sucedió con esa persona.

Recordar lo bueno que esa persona te dejó, sin egoísmo solo porque fue por él o por ella que lo aprendiste.

Quisiera creer que esto es solo una historia en la cual me pidieron ser la protagonista.

Protagonista en una historia de amor que pintaba bien, perfecta a su manera y que tenía muchas etapas las cuales son completamente desconocidas pero aceptadas como retos por una simple razón: amor.

Amor sincero, amor puro en la cual yo (la protagonista) solo tenía que hacer una de las cosas más grandes que llevo dentro de mí, amor.

Amor que tuvo que terminar no porque quisiera, sino porque debía. A veces toca aceptar algo con lo que no estás de acuerdo, pero con lo que debes pensar que no puedes rogar: amor.

Amor tan grande y sincero que puedes tener por alguien pero que no debe ser forzado.

Toca seguir adelante viviendo el presente, olvidando el pasado, pero soñando algo más grande para el futuro.

Futuro en el cuál sueño con alguien que me ame como yo lo voy a amar: con todo lo que soy y hasta con ese “extra” que daré por ese amor que aún desconozco, pero sé con certeza que será lo más bello que se haya cruzado en mi camino.

El simple hecho que no haya tenido la mejor experiencia o que no haya salido como yo deseaba, no significa que no haya aprendido las mejores lecciones de mi vida.

Desde ya le pido a Dios por esa verdadera persona que tiene para mí, no la que yo quiera, sino la que Él desea.

Se nos olvida que Dios respeta nuestras decisiones y que, a pesar de cualquier cosa, nunca nos desampara porque su amor va más allá de lo que podemos imaginar y sentir.

No dejaré de creer en el amor en base a mis experiencias porque a diferencia de muchas personas, mi “fracaso” o como lo quieran ver, solo me deja lo siguiente: ganas de comerme el mundo, de disfrutar cada etapa, no acelerar el tiempo y de amar con más ganas que nunca.

Algún día me tocará vivir una historia llena de amor que parecerá un verdadero cuento pero que a diferencia de este que les conté, terminará en un final feliz. Tan feliz que desde ahora no puedo creer todo lo grande y bueno que está por venir.

Mi lección de hoy: Amar sin importar qué ❤ una situación no te define por cómo terminó, sino por cómo decides comenzar nuevamente.

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